EL MOVIMIENTO DE LA PROSPERIDAD:

Los carismáticos heridos

por

Rev. Roger L. Smalling, D. Min.

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CAPÍTULO 7
Así como prospera tu alma

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2.

Este versículo es infaltable en cualquier publicación del Movimiento de la prosperidad, por breve que fuere. Los maestros de la fe proclaman que este versículo confirma de manera contundente que los cristianos siempre prosperarán en proporción directa a la condición de su alma. Las claves son la obediencia y la fe. Según ellos, la prosperidad es el resultado de ciertas leyes tan absolutas como la gravedad.

Básicamente, los maestros de la “fe” obtienen tres premisas de este versículo:
1.Es la voluntad de Dios que todos los creyentes prosperen.
2.La prosperidad y la salud física son las más altas prioridades de Dios para nosotros.
3.Nuestro grado de prosperidad financiera es un fiel reflejo de nuestra condición espiritual.

¿Hallarían acaso estos hermanos una fórmula espiritual y un estilo de vida que nos pueda enriquecer a todos los creyentes? De ser así, yo estaría dispuesto a aceptarlo de corazón, pero bajo la condición de que alguien me contestara aceptablemente las siguientes cuatro objeciones a su interpretación de 3 Juan 2.

Objeción # 1. No existe ninguna cláusula condicional en este versículo.

Una cláusula condicional es la parte de la oración que indica un condicionamiento para que algo suceda y generalmente va precedida de la conjunción si, como en la siguiente oración: "Si crees, serás salvo.” La partícula si, inmediatamente introduce la condición para ser salvo. No todas las cláusulas de este tipo contienen la conjunción, pues a veces está en forma tácita o reemplazada por introducciones diferentes como: el que, quien, cuando, etc.

En estos casos, el idioma griego es muy preciso. Cuando se trata de una condición general, lo indica con ciertas construcciones gramaticales fijas. Pero la frase Así como prospera tu alma, NO contiene tal tipo de construcción gramatical. Por lo tanto, no puede ser considerada como condicionamiento para nada.

Jerry Savelle utiliza una línea argumentativa bastante extraña para salir de este atolladero. Él señala que Juan 3:16 es una promesa escrita por el apóstol Juan y que, como 3 Juan 2 también pertenece al mismo autor, debe ser igualmente una promesa. 

Sin embargo, falla al no tomar en cuenta que Juan 3:16 contiene todas las características de una promesa, mientras que 3 Juan 2 no contiene ninguna. Juan 3:16 emplea la cláusula relativa condicional "que todo aquel que en él crea" con ciertos aspectos gramaticales como el subjuntivo, característico de una oración condicional, y se trata efectivamente de una promesa. Si el apóstol hubiera intentado que el versículo 2 de su tercera carta fuera una promesa con la misma intensidad, no hay ninguna razón para que no hubiera utilizado similar construcción gramatical.

En 3 Juan 2, el autor sencillamente enuncia un hecho acerca de Gayo, sin poner ninguna condición para él o nosotros. Este tipo de cláusula es de tipo indicativo, porque simplemente informa o señala un hecho sin ninguna implicación subsiguiente.

Algunos han insistido que las palabras "así como" se refieren a una relación "proporcionalmente directa a.” Pero, la palabra en griego es kathos, y Juan la emplea 45 veces en sus cinco libros del Nuevo Testamento. Aunque podría ser traducida, bajo ciertas circunstancias, de tal manera, es difícil encontrar ejemplos en los escritos de Juan. Normalmente él la emplea para indicar un hecho simplemente. Veamos algunos ejemplos:

Juan 17:11 ... para que sean uno, así como nosotros.

Juan 17:14 ... porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Juan 13:15 ... Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho...

1 Juan 4:17 ... pues como él es, así somos nosotros en este mundo.

Los maestros de la prosperidad asumen que debido a que kathos puede introducir una cláusula condicional, esto prueba que la cláusula final del versículo 2 es una. Pero, al ignorar la gramática del griego, no captan que no es la presencia del término lo que hace condicional a la cláusula, sino más bien la forma del verbo. Los ejemplos mencionados ilustran al respecto.

Ningún comentario serio que yo haya examinado, respalda dicha interpretación de esta cláusula. Así por ejemplo, Gray y Adams señalan que Juan conocía la situación espiritual de Gayo por quienes lo visitaban de parte de él. Eso es confirmado por los siguientes cuatro versículos (3-6) en los cuales nos detalla lo que quiere decir al referirse a la prosperidad del alma de Gayo.

En el v. 3 dice que se regocija cuando los hermanos le dieron testimonio de la verdad que hallaron en Gayo. En el v. 5, Juan alaba la hospitalidad que este les brindó a las personas extrañas. En el v. 6 menciona que estos visitantes pudieron dar fe de su amor. En resumen, la cláusula "así como tu alma prospera" es simplemente un reconocimiento de cuanto le informaron los visitantes de parte de Gayo.

Objeción # 2. La palabra "deseo" sería más adecuadamente traducida como "oro.”

El Diccionario Expositivo de Vine asimismo indica que, aun cuando la Biblia traduce esta palabra como "deseo”, el significado que se encuentra en Juan 3:2 apunta a una implicación de “oración.”

Además, ya que este versículo meramente registra la oración de Juan por su amigo, no puede interpretarse como una declaración de Dios aplicable a todo el cuerpo de Cristo ni debe verse como una promesa.
La frase “en todas las cosas” debe también reexaminarse. El Comentario de Barnes señala que sería más apropiado traducirlo como "Con respecto a todas las cosas.” Lo explica en base a que al decir "sobre todas las cosas" parecería indicar que Juan consideraba a la salud y la prosperidad como la prioridad más alta, pero ese no es el caso ni es tampoco una apropiada interpretación del griego original.

El Nuevo Comentario Internacional, de gran prestigio en círculos evangélicos, también señala que el griego original es peri panton y significa: "en todo respecto,” lo cual no equivale a pro panton, que significaría "sobre todas las cosas" o "sobre todo.”

Por lo tanto, asumir que la salud y la riqueza sean la prioridad de Dios para el ser humano, no encuentra apoyo en 3 Juan 2.

Pero, ¿cuál entonces es la verdadera prioridad de Dios? Pablo la explica en Efesios 1:5-6: "habiéndonos predestinado para ... alabanza de la gloria de su gracia.” Así pues, la gloria de Dios mismo, NO la nuestra, es la prioridad, y para que Dios la cumpla, todo es legítimo: sea la riqueza o la pobreza, la persecución o la popularidad.

Muchos me han preguntado: "¿Qué da más gloria a Dios: un santo que vive en riqueza o uno que vive en pobreza?,” a lo cual podríamos replicar: "¿Qué glorificaría más a Dios: un santo que vive victorioso a pesar de sus riquezas, o uno que vive triunfante pese a su pobreza?" El tema es la victoria del creyente, NO la economía. La cuestión a considerar es la victoria en la vida del creyente, no su estado económico.

Objeción # 3. Se trata de una forma de salutación común en el primer siglo.

Esta epístola sigue el modelo de un formato típico del género en el siglo I. William Barclay, uno de los eruditos más sobresalientes del mundo, señala este hecho y cita un ejemplo de una carta de un capitán de barco, que usa terminología casi idéntica a la de 3 Juan 2.

En el Nuevo Comentario Internacional, Howard Marshall confirma el punto de vista de Barclay al señalar que el anciano (Juan) sigue la costumbre tradicional de su tiempo, cuando expresa sus buenos deseos al amigo Gayo.

Claro está que este hecho no reduce la verdad de que es Escritura inspirada, simplemente explica por qué se encuentra en esa forma. Más importante aun, no se trata de una declaración universal de Dios en cuanto a su voluntad para todos los creyentes. Tratarla como si fuera ello, es sacarla de su contexto histórico y literario.

Objeción # 4. No es una declaración universal de Dios para todo el cuerpo de Cristo.

Aun cuando la Biblia es un libro para todo el pueblo de Dios, no todo cuanto contiene es para toda persona creyente. Ejemplos: Los mandatos de Pablo a Timoteo de que se cuide de Alejandro y de traerle su capa antes del invierno. Las instrucciones a Tito de quedarse en Creta. Estos son parte también de la Palabra de Dios. En el caso de los maestros de la prosperidad, ellos han pasado por alto la diferencia de una directiva individual y una promesa universal.

Ni la gramática, ni el contexto ni el trasfondo histórico apoyan la interpretación de 3 Juan 2 que dan los maestros del Movimiento de la prosperidad.

¿Significaría esto que 3 Juan 2 no tiene validez para los cristianos del presente o que todos estamos condenados a vivir en pobreza? ¡No! Este versículo es el ejemplo perfecto del cuidado amoroso y la oración que todos los hermanos en Cristo debemos hacer unos por otros. ¡Cuán alentado se habrá sentido Gayo al ver reconocidas sus cualidades por Juan! ¡Cuán cuidadoso era Juan ante las necesidades de sus hermanos creyentes!

La Biblia está llena de promesas de Dios concernientes al cuidado que Él tiene para sus hijos. Es Su voluntad, normalmente, que los cristianos puedan disfrutar de la vida y que sus necesidades sean suplidas. Pero Él lo hace en base a su gracia, no a nuestro merecimiento.

Un testimonio personal

En los treinta años de servicio misionero en muchos países, mi esposa y yo hemos visto cómo Dios ha suplido nuestras necesidades, de una manera consecuente, sin haber tenido que recurrir a una interpretación indefendible de la Palabra para estimular nuestra fe. Pienso que la ironía del punto de vista del Movimiento de la prosperidad en cuanto a 3 Juan 2 no se encuentra solo en su falsedad sino más en que no es necesario en absoluto.

Antes de dejar la doctrina de la prosperidad, demos una mirada a otros dos textos clave de la Palabra de fe.

Interés del diez mil por ciento

De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.” Marcos 10:29-30

"Una asombrosa devolución del 100 por uno es nuestro derecho divino", proclaman los maestros líderes del Movimiento de la prosperidad. "Dios está obligado a darnos 100 dólares por cada dólar que entregamos al evangelio. Y si damos 1000, ¡nos dará 100.000!" 

Si estos versículos son una promesa de un interés del 10000% a nuestros préstamos a Dios, merecen nuestra total atención. Naturalmente, aunque no cuestionamos la verdad de la Biblia podemos considerar las interpretaciones dadas por algunos.

Una vez fui exhortado a "simplemente creer en la Biblia,” a raíz de una discusión sobre estos puntos. Sin embargo, el cuestionamiento de una interpretación popular no significa estar en desacuerdo con las Escrituras.

Existen dos opciones lógicas al interpretar esos versículos: literal o figurativamente.

La Palabra de fe presenta una interpretación literal, así que debemos examinarla de esa manera primero. Por definición, este tipo de análisis requiere que no se añada ni quite nada del texto. La doctrina de la prosperidad viola su propio principio de literalidad en dos puntos:

Primero, no hay mención alguna de que se dé nada a nadie. El concepto de entregar cosas a Dios está completamente ausente del texto. Jesús no dijo "cualquiera que entregue algo al evangelio..."  Él dijo "quienquiera que deje..." El texto paralelo que se halla en Mateo emplea el término "abandone,” lo cual significa dejar completamente todo.

El mismo verbo describe la manera en que los discípulos abandonaron sus redes para seguir a Jesús y nuevamente se lo menciona cuando abandonando a Jesús, huyeron. Ellos no “entregaron” a Jesús a Dios. Tampoco fueron al templo a dejar allí sus redes. Simplemente las dejaron atrás y siguieron a Jesús. No existe en el texto la noción de ofrendar bienes materiales a Dios. Más bien se refiere a ofrendar nuestra vida entera. Los bienes deben ser dejados atrás y olvidados.

En segundo lugar, tampoco se menciona el dinero. Solo ocho elementos específicos se encuentran en la lista, los cuales serán cien veces retribuidos.
Seis son varios parientes y los otros dos son tierras y casas. Incluso si el tema fuera el de "dar,” no existe una opción de que podamos escoger qué dar, pues la lista es limitada.

Si se requiere una interpretación literal, entonces debemos también exigir que el tema de dar dinero sea excluido de la discusión, para no violar el principio mismo de este tipo de análisis. Por otro lado, si no se requiere este tipo de interpretación, tampoco podemos reclamar la cláusula del 100 x 1 como literal. Nuevamente, las enseñanzas de la prosperidad se encuentran ante un dilema creado por sus mismos promotores.

Parece que el literalismo se ha topado con obstáculos, pero todavía hay otros: pues, ¿cómo podríamos tener cien madres o hijos? Y ¿qué de los discípulos a quienes Jesús hablaba estas palabras? ¿Acaso recibieron sus intereses en dinero? Más bien llegaron al martirio.

La cláusula "con persecuciones,” al final del versículo no debe olvidarse. Algunos maestros permanecen impávidos ante esta frase y replican que la persecución persistirá solo si nosotros se lo permitimos, pues podemos reprenderla en el nombre de Jesús para que nos deje en paz. La confesión positiva saldrá victoriosa. Pero nunca vemos a los apóstoles practicándola o enseñándola a los creyentes convertidos en las epístolas.

Al haber visto que una interpretación literal es imposible, nos queda examinar la posibilidad del sentido figurado.

Consideremos la posibilidad de que estos versículos constituyan una hipérbole. Esta es una forma didáctica muy común en los tiempos antiguos, semejante a una parábola. Consiste en una exageración extrema para destacar la certeza de lo expresado.

La parábola del sembrador, por ejemplo, contiene una hipérbole. Jesús enseñaba acerca de la buena semilla que se multiplicaba 30, 60 y hasta 100 veces. En el contexto se refiere a los convertidos ganados para Cristo, pero no significa que se convertirían precisamente 30 personas en su lugar de predicación.

Habiendo sido misionero, he visto lugares donde toma unos veinte años llegar a tener ese número de convertidos aunque en otros —como en Latinoamérica—, lo mismo sucede en veinte minutos. Existen también lugares en donde no habrá ni uno solo. Jesús estaba enseñando el principio de productividad de Su Palabra.

El factor del 100 x 1 enunciado en algunas partes de la Biblia es similar. Expresa verdades relacionadas al auténtico cuidado de Dios y su bendición sobre los que entregan todo por su causa. Es posible incluso que Dios provea de cien casas a alguien que lo haga; es cierto que Él cuidará y proveerá a esa persona y la usará. Cristo quiere que esperemos bienes terrenales por nuestros sacrificios por Él y no relegarlo todo al cielo. Quiere que sepamos que las bendiciones terrenales que podamos recibir no son una substracción de nuestra cuenta celestial. Allá la obtendremos en su totalidad. Ese es todo el punto de estos versículos. En esto, la doctrina de la prosperidad tiene razón parcialmente. El contenido básico de esos versículos es este principio y, las partes referentes a las tierras y casas, el 100 x 1 y todo eso, son solo el envoltorio.

Él se hizo pobre, 2 Corintios 8:9

"Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros por su pobreza fueseis enriquecidos."

¿Fue la vida entera de Cristo un sacrificio sustitutivo para que vivamos en prosperidad? A primera vista puede parecer posible que los maestros de la Palabra de fe tengan razón en este punto.

Aunque los defensores de esta doctrina conceden que hay otras formas de riquezas aparte de las materiales, enfatizan que Cristo no fue pobre espiritualmente. Fue pobre en cuanto a la economía del mundo. Según este razonamiento, el versículo solo se podría referir a la garantía de riqueza terrenal para los creyentes por medio de Cristo.

Este argumento sería válido si asumimos que el texto se refiere a la vida entera de Cristo. La interpretación completa gira alrededor del significado de las cláusulas "hacerse rico" y "hacerse pobre.”

El verbo traducido como "hacerse pobre" corresponde a un participio aorista en el griego. Este tipo de construcción gramatical hace que la palabra se refiera a un punto específico en el tiempo y NO es de naturaleza continua. Si Pablo hubiera querido dar a significar que Cristo vivió una vida de pobreza durante su paso por el mundo, habría puesto el verbo en otra forma (en imperfecto del indicativo), el cual se refiere a una acción continua en el pasado.

En contraste, la cláusula "era rico" sí es una forma de pasado continuo (un participio perfecto). Pablo afirma entonces que hubo un tiempo en que Cristo era rico (tiempo continuo) y algo repentino sucedió que hizo que abandonara tales riquezas.

Para interpretar correctamente este versículo ahora, nos debemos hacer las siguientes preguntas: ¿Cuándo fue Jesús continuamente rico? Y ¿en qué consistían dichas riquezas? Seguro que no fue en la tierra; fue solo en el cielo. Entonces, ¿qué sucedió repentinamente en el cielo para que se hiciera pobre? La encarnación, por supuesto.

Él dejó su continuo dominio eterno para concretar el hecho de venir a la tierra por nosotros, para que compartiéramos las riquezas de sus dominios espirituales. Al considerar esto se hace imposible interpretar el versículo como si se refiriera a riquezas materiales o terrenales.

Las riquezas en las que vamos a internarnos no son terrenales. Se refieren a nuestra coherencia con Cristo y nuestra participación como hijos, nuestra participación de su gracia. Este es el tema de todo el capítulo.

Eruditos reconocidos y prestigiosos confirma este punto. Meyers señala que el aorista denota el evento único de entrar en la pobreza y que no se refiere a la vida de Cristo.  El Comentario Internacional está de acuerdo con que el aorista se refiere al punto de la Encarnación. 

Cuando existe clara evidencia para una interpretación alternativa, se debe dejar a un lado el dogmatismo. Este es un principio clave en análisis de las Escrituras. Es justo pedir a los maestros de la prosperidad que se abstengan de dogmatismo en cuanto a 2 Corintios 8:9, ya que existe fuerte evidencia de una interpretación alternativa.

Reconocemos que Dios a veces bendice a los creyentes con la prosperidad para que puedan hacer avanzar el evangelio. Lo hemos visto incluso entre los más pobres de Latinoamérica. Estos cristianos a veces sufren cierto grado de persecución; algunos de sus antagonistas afirman que siguen al evangelio porque los misioneros les pagan por hacerlo. Debido a que a veces Dios bendice en lo material, los incrédulos asumen que este debe ser el caso.

Sí, reconocemos que Dios bendice y nuestros convertidos también lo saben, pero no les prometemos que se volverán ricos, porque la Biblia tampoco lo hace. Cuando mi esposa y yo mencionamos que existe un movimiento en los Estados Unidos que cree que si una persona no es rica es porque le falta fe, ellos se echan a reír de lo absurdo que esto suena.

En este capítulo aprendimos que...

La premisa del movimiento, de que los cristianos siempre serán prósperos económicamente, no tiene apoyo bíblico.

Tampoco existe apoyo escritural para la presunción de que la prosperidad del creyente está en relación directa con sus condiciones espirituales.

Un texto citado a menudo por los maestros de la prosperidad, 3 Juan 2, no constituye apoyo a estas presunciones, ya que:
-No existe ninguna cláusula condicional en el versículo.
-La palabra “deseo”  es mejor traducida como “oro”, del verbo orar.
-Es un saludo muy usado en el primer siglo.
-No es una declaración para el Cuerpo de Cristo en general.
-Los maestros de la prosperidad usan otros versículos fuera de contexto, tales como 2 Corintios 9 y Marcos 10:29-30.
-La Biblia enseña que la voluntad de Dios para los creyentes es que disfruten de lo suficiente, no necesariamente de riquezas.


CAPÍTULO 8
Prósperos como Abraham

Mientras discutíamos acerca de la doctrina de la prosperidad con un pastor de palabra de fe en un restaurante, le comenté:
—Yo no puedo juzgar que un hermano en la fe esté en pecado solo porque sea pobre.
El pastor aludido tranquilamente me contestó:
—Pero yo sí.

Su respuesta tan confiada me hizo captar que no tenía intenciones de aparecer como juzgando a nadie. Para él solo era un hecho obvio basado en las premisas de su mensaje de fe. Entonces, añadió:
—Verá, la Biblia nos dice que todos somos hijos de Abraham por la fe en Cristo. Él era un hombre rico, así que si nosotros no lo somos, es por causa de nuestra propia falta de fe.

Si hay alguna verdad en esto, debemos investigarla: muchos desean ser ricos y si Dios ha revelado un plan para llegar a serlo, debemos descubrirlo. Sin embargo, todos estos años viendo tantos caprichos espirituales en la escena evangélica han generado en mí el anhelo de analizar profundamente esta doctrina.

Así es como, después de haber leído unos cuarenta libros y publicaciones de los maestros líderes de la "FE,” he podido ver clara su posición, la cual es: A través del pacto con Abraham, tenemos acceso a riquezas que van más allá de nuestros sueños más fantásticos. No seremos únicamente prósperos, sino que tendremos más de lo que podríamos usar en nuestra vida. Nuestro único impedimento es nuestra falta de fe, según ellos. 

El Nuevo Testamento enseña que somos descendientes espirituales de Abraham a través de la fe en Cristo. En Gálatas 3:7 leemos: "Sabed, por tanto, que los que son de la fe, estos son los hijos de Abraham;" sin embargo, basar la doctrina de la prosperidad en esto es otra cosa. Los maestros de la prosperidad no han podido replicar a las siguientes objeciones:

Objeción # 1: El pacto abrahámico original no contiene promesa de riqueza material.

El texto del pacto se encuentra en Génesis 12 y es citado por Pablo en Gálatas 3:15-16. Al revisar sus términos originales, como constan en Génesis 12, vemos:

Y haré de ti una nación grande; y te bendeciré, y engrandeceré  tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré, y serán benditas en ti todas las naciones de la tierra.

Específicamente, los términos son:

1. Dios formará de Abraham una gran nación.
2.Dios bendecirá a quienes bendigan a Abraham y maldecirá a quienes lo maldigan.
3.Todos los habitantes de la tierra serán bendecidos a través de Abraham.
4. Dios engrandecerá el nombre de Abraham.

Notoriamente ausente es la mención de riqueza material. Pablo dijo en Gálatas 3:15: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. La doctrina de la prosperidad cae dentro de lo añadido, o sea precisamente se hace lo que Pablo dijo que no se hiciera.

Objeción # 2: Abraham ya era rico antes del pacto con Dios.

Esta es la prueba contundente de que la riqueza de Abraham no tenía nada que ver con el pacto. Al seguir su trayectoria desde Génesis 11, vemos que se traslada a Harán, donde muere su padre Taré. Luego, ya realizado el pacto en Génesis 12:1-3, Abraham toma a su esposa y a su sobrino Lot y "todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán.” Las "personas adquiridas" eran evidentemente esclavos que habían comprado. Los pobres no podían poseer esclavos, pues estos eran costosos. No se sabe cuántos esclavos tenía Abraham, pero cuando tuvo que ir a rescatar a Lot, acudió con 318 hombres, todos criados suyos.

Cuando llegó a Canaán, hubo allí una gran hambruna y, sin posibilidad de establecer ningún negocio, bajó a Egipto. A pesar de esta clara cronología bíblica, los maestros de la prosperidad insisten en sostener que Abraham fue rico gracias al pacto con Dios.

Objeción # 3: En el Nuevo Testamento siempre se define al pacto a nivel espiritual y no material.

Pedro se refiere al pacto como el perdón de pecados en Hechos 3:25-26; mientras que en los capítulos 3 y 4 de Gálatas lo relaciona con la promesa del Espíritu a través de la fe. El discurso de Pablo acerca de la justificación por la fe de Romanos 4, se basa en este pacto. El escritor de Hebreos sostiene en el capítulo 6, que el pacto significa nuestra seguridad en cuanto a ser salvos. Todos estos textos se refieren al pacto en términos espirituales y no en referencia a riquezas materiales.

Si Dios hubiera querido revelarnos cómo podemos obtener riquezas materiales por medio del pacto, habría inspirado a todos esos autores para que así lo manifestaran.

Objeción # 4: No hay tal cosa como las llamadas "bendiciones de Abraham."

Una cuidadosa investigación en la concordancia revela que no existe tal frase en la Biblia, más parece ser que se ha divulgado justamente por las prédicas de este Movimiento de la prosperidad y algunos cantos.

Lo más cercano a la frase que se encuentra en la Biblia está en Gálatas 3:14: "para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Nótese que la palabra "bendición" se halla en singular, y no como se ha divulgado: "bendiciones,” en plural. Esta bendición es definida por Pablo como la promesa del Espíritu, así que nadie puede confundir que se refiere a otra cosa.

Algunos maestros han sostenido que se trata de una bendición, pero con varios aspectos, dentro de los cuales estaría la riqueza material.  Pero no encontramos ninguna confirmación de este punto de vista en todo el Nuevo Testamento. La bendición no es del tipo material, es bendición espiritual, y puede resumirse en una palabra: salvación.

Objeción #5: El pacto fue irrelevante en ciertos aspectos de la vida privada de Abraham.

Un contrato humano puede diferir de otros aspectos de la vida personal. No todo lo que Abraham haya dicho o hecho en su vida, está conectado con su pacto con Dios. Por ejemplo, Abraham tomó a Hagar como su concubina, también mintió a Abimelec acerca de Sara; pero, ¿son o  estuvieron esos eventos relacionados con el pacto?

No se menciona en ninguna parte del pacto los derechos del concubinato, ni que el término "bendición" fuera un cheque en blanco para todo lo que se le viniera en gana. Aceptado esto, la cuestión de su situación económica es igualmente irrelevante. El estilo de vida de cada persona puede estar rodeado de circunstancias irrelevantes a un contrato realizado por ella misma. Se debe reclamar respuestas a los maestros de la prosperidad en cuanto a por qué excluyen el concubinato del pacto, y por qué incluyen la riqueza.

El pacto con Abraham

Varios maestros de la prosperidad están conscientes de estos vacíos en su teología, por lo que han tratado de parcharlos con algún método ingenioso. Un tipo de parche es cuando añaden la ley de Moisés a manera de extensión del pacto abrahámico y luego citan las bendiciones de Deuteronomio 28:3.

Esos maestros ni siquiera intentan demostrar en esto ningún fundamento teológico, optan por solo declararlo así. Uno de esos maestros incluso proclama la ley de Moisés como los "artículos" del pacto de Abraham. Otros afirman que la totalidad de la ley de Moisés fue el resultado del pacto de Dios con Abraham.

¿Acaso se nos enseña en el Nuevo Testamento que estos dos pactos puedan ser indistintamente mezclados entre sí? Vamos a Romanos 4:13-14:

Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa.

Pablo enseña que nuestra fe resultaría vana y el pacto de Abraham anulado, el instante en que se intentara juntar la fe con el pacto. El grado en que intentemos hacer tal mezcla indica la medida de nuestra inmadurez teológica. Este punto es el tema central de Gálatas.

Pablo además ilustra bellamente este punto en el capítulo 4 de Gálatas, poniendo el ejemplo de Sara y Hagar; leamos:

Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos... Mas, ¿qué dice la Escritura? Echa afuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre (vv. 21-24 y 30).

Sara representa al pacto abrahámico, el cual a su vez simboliza la salvación por gracia. Hagar representa la ley de Moisés y, ¿qué concluye Pablo acerca de estas dos? Concluye que así como Sara y Hagar no podían llevarse entre sí, tampoco podemos mezclar los dos pactos. ¿Por qué? Porque las dos mujeres eran enemigas mortales por la naturaleza de su relación diferente con Abraham. Pero, siguiendo el razonamiento, ¿por qué difieren tanto si ambos pactos vienen de Dios? La doctrina de la prosperidad usa este último razonamiento para cimentar su afirmación de que la ley es meramente una extensión del pacto abrahámico.

Hay que observar que las dos mujeres vivieron bajo el mismo techo y ambas tuvieron un hijo de Abraham. Cada una tuvo su propia e independiente relación con él; sin embargo, debido a la naturaleza del pacto, no podían relacionarse entre ellas, como afirma la Escritura: No heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. Por eso, Hagar fue echada al desierto.

La conclusión es que Dios efectuó dos pactos, cada uno independiente del otro y con dos motivos diferentes, pero NO relacionados entre sí.

Varios maestros de la prosperidad han tratado de evitar esta línea argumentativa afirmando que Cristo nos redime de las maldiciones de la ley, pero deja intactas las bendiciones. Y para ello citan Gálatas 3:13: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición.

Esta es una interpretación errada pues el texto se parafrasea subjetivamente: al leer las palabras "maldición de la ley,” las cambian un poco para que lean: "las maldiciones que son bajo la ley.” Pablo no se refiere a las maldiciones específicas que se encuentran en la ley mosaica, sino a todo el cuerpo de tal ley.

El contraste no es entre bendición y maldición, sino entre los dos pactos que cada una representa. Nada que se encuentre en la ley mosaica corresponde a algo del pacto abrahámico, ya que la ley en sí es la maldición, pues así terminó siéndolo para los judíos, al condenarlos indefectiblemente. Dios quiso que así sucediera para que los judíos pudieran reconocer su pecado y buscaran al Salvador prometido.

El contexto de Gálatas 3 carga esta interpretación. Los maestros de la prosperidad parece que no vieran el versículo 12, que dice: "y la ley no es de fe.” Entonces, si la ley no tiene nada que ver con la fe, ¿cómo se la vincula con el pacto de Abraham? Pablo continúa así: "el que hiciere estas cosas, vivirá por ellas,” es decir que si queremos vivir bajo la ley, deberemos vivir bajo su totalidad.

Este principio se aclara cuando analizamos el capítulo 28 de Deuteronomio:

Un día, Moisés se presenta ante el pueblo y empieza a resumir los mandamientos de la ley. Lo que empieza en el capítulo 1, versículo 6 continúa ininterrumpidamente por 32 capítulos más. El 28 es parte de esta cita y contiene las bendiciones resultantes del cumplimiento de las leyes. La condición era que Israel recibiera todos los mandamientos que Moisés les entregara ese día.

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra (Deuteronomio 28:1).

¿Cuáles son tales mandamientos? Entre otros: sacrificios de animales, matrimonio con la viuda del hermano, días de fiestas, circuncisión, restricciones en la dieta, asesinato de enemigos, etc. ¿Nos sujetaríamos a todas esas condiciones?

En contraste, Abraham no hizo nada que le mereciera las promesas de bendición. La gracia fluyó libremente de la voluntad divina, no de la de él.

Pero los problemas no terminan allí. Los mensajeros de la fe son muy intransigentes cuando afirman que la Iglesia es la heredera de las promesas a Israel bajo la Ley. Esta es una parte necesaria de su teología.

Sin embargo, este es un asunto teológico muy sensible pues muchos eruditos evangélicos rechazan el punto de vista de que la Iglesia hereda las promesas dadas a Moisés, porque existe fuerte evidencia bíblica que lo contradice.

Esto último no ha servido para disuadir o detener a los maestros de la fe en ninguno de sus argumentos. Parece que sienten que han descubierto una pista especial dada secretamente por el Espíritu, por la cual se hace innecesario todo conocimiento cabal de la Biblia, razonamiento o evidencia teológica. Y, ¿cuál es ese algo especial? Ellos lo llaman "Conocimiento revelado,” es decir que el Espíritu les ha revelado ciertas cosas y todos debemos creer lo que dicen como revelación divina.

Ante lo dicho debemos ver algunas realidades de la Palabra:

A.El escritor de Hebreos sostiene que las promesas dadas bajo la ley de Moisés son inferiores a las que tenemos ahora. En Hebreos 8:6-13 se lee: "[Cristo] es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas." Luego cita de Jeremías 31:31-32, en donde se explica cómo Dios intenta abolir el pacto que hiciera con Moisés cuando los sacó de Egipto. El pacto en su totalidad es abolido porque es inferior. Deuteronomio 28 es parte de ese convenio. Nos queda preguntar ¿por qué citar promesas inferiores de un pacto ya abolido?

B.El cuerpo de Cristo no es una extensión de Israel, sino más bien "un nuevo hombre" de acuerdo con Efesios 2:12-22. Es una especie de ser radicalmente nueva, un organismo vivo que no es ni judío ni gentil. Es la Iglesia.

C.Estamos cimentados en un pilar diferente que Israel: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo, Efesios 2:20. (Aquí "profetas" se refiere a los del Nuevo Testamento, lo cual se confirma en Efesios 3:5.)

La promesa hecha a Abraham fue tan incondicional como la salvación representada por ella. De ahí que los dos pactos no se pueden mezclar. Sus cimientos son diferentes y se excluyen mutuamente.

Mas sus descendientes no entendieron este principio

Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios (Romanos 10:2-3).

El peligro de la doctrina de la prosperidad es que guía a sus seguidores a la misma pobre perspectiva espiritual que encegueció a los judíos, la que les impidió ver la gracia divina; todo lo anterior lleva a un grado de orgullo espiritual que hace imposible el ejercicio de la fe genuina.

En este capítulo aprendimos que...

El pacto de Abraham no apoya las premisas del Movimiento de la prosperidad, porque:
-el pacto abrahámico original no contiene promesas de riquezas materiales.
-Abraham ya era un hombre rico antes del pacto.
-El Nuevo Testamento siempre  define el pacto de Abraham en sentido espiritual, no material.
-No existen las llamadas “bendiciones” de Abraham. Es una bendición: la de la justicia por la fe.
-Deuteronomio 28 no constituye una promesa para los cristianos. Es una advertencia a la nación de Israel acerca de guardar la ley.


CAPÍTULO 9

Suficiencia sí

Algunos de los puntos de la doctrina de la prosperidad son verdaderos y útiles en la medida en que su aplicación se enmarque dentro de los límites apropiados, algo que vale la pena revisar.

Como con muchas doctrinas conflictivas, hay aspectos que son verdaderos y otros falsos. Justamente por eso es controversial.

Examinemos 2 Corintios 9:6-12:

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente: y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios.

Estos versículos enseñan con claridad que la voluntad de Dios es que los creyentes vivan a un nivel superior al de la mera subsistencia. (Hay excepciones que serán tratadas más adelante.) Este texto puede ser entendido bajo tres principios:

La siembra y la cosecha

Repetidas veces en toda la Escritura vemos el principio de la siembra y la cosecha. Cristo lo enseñó como la ley fundamental de cómo opera el DAR en el reino de Dios. En Lucas 6:38 nos enseña:

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

También Pablo enseña que .... todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7).

En el contexto de 2 Corintios 9 obviamente se refiere a dinero. Se expone el principio de que los cristianos pueden prosperar sobre el nivel de subsistencia y tener de sobra para dar a la obra del evangelio y a los que estén en necesidad.

El primer paso toma la ley de la siembra y la cosecha acompañado de un par de adverbios importantes: "escasamente" y "abundantemente.” Estos dos términos deben ser tomados en forma relativa, en proporción a los medios de cada uno y no en comparación a lo que otro pueda dar o a lo que el mundo pueda considerar "abundante.” Jesús reveló esto en el templo cuando una viuda desconocida entregó más que todos los demás  (Lucas 21:3). A través de eso notamos que el DAR es cualitativo más no cuantitativo. Los maestros de la prosperidad están en lo correcto en este punto.

Motivos

Los motivos correctos son esenciales en el proceso. El término "generosamente" (eulogia, en griego) significa literalmente "bendición.” En el versículo 5 se le opone a "codicia" y se traduce "escasamente.”

Pablo enfatiza que el motivo del que da debe ser para ver bendiciones en otra persona y no el de obtener riquezas para sí mismo. La codicia no debe ser la motivación para dar. Los únicos motivos correctos son para la gloria de Dios y el aumento de las bendiciones a los demás.

No se debe olvidar a los pobres. Repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre (v. 9). Me sorprendió descubrir que el sujeto tácito (él), no se refiere a Dios, sino al creyente que da. Esta es una cita del Salmo 112 y, en su contexto, se refiere claramente al hombre justo.

Resultados de DAR

Ahora demos una mirada a los resultados generales de la obediencia a este patrón de dar:

Primeramente, el versículo 8 nos dice que Dios hará abundar todo tipo de gracia en nosotros. La gracia divina se hará evidente en cada instancia de nuestra vida. Podremos ser independientes. La palabra griega es autarkeia, que significa "autónomo,” implicando independencia y suficiencia. También dice que tendremos todo tipo de buenas obras y recibiremos no solo para cubrir nuestras propias necesidades, sino también para poder dar con generosidad y continuar con el ciclo.

En el versículo 10 vemos que Dios también aumentará los resultados de nuestro ministerio y los frutos de vuestra justicia. La palabra frutos (genemata, en griego) significa en este caso "retoños" o "progenie.” Es la forma sustantiva del verbo "engendrar.” Los frutos y los resultados de nuestro ministerio se ven aquí y aumentarán.

Seremos enriquecidos en todo con toda liberalidad, (v. 11). ¿Qué significa "liberalidad"?  En griego, haplotes ordinariamente significa "sinceridad,” y se traduce como "generosidad."

Fijémonos ahora en una palabra clave del contexto: "enriquecidos,” la cual es ploutizo en el original. Cuando se estudia otro idioma, a menudo uno puede descubrir el tono y sabor de cada palabra, más allá del significado simple del diccionario. Creo que el término "hacer rico" de la Nueva Versión Internacional es muy fuerte para este vocablo. Hay otro verbo relacionado que se usa en muchas otras partes de la Biblia.

Ploutizo no conlleva el significado de hacerse rico, como vemos cuando alguien dice: "Soy un hombre rico.” Esa es la palabra que uno esperaría escuchar cuando dos hombres de negocios dirían en un diálogo como el que sigue: “¿Cómo van los negocios?” A lo que el otro responde: “Me va bien.” Lo cual no significa que ya es rico, sino que su negocio va bien y está obteniendo una buena ganancia.

Prosperidad en el dar y el recibir

No debemos quedarnos con el superávit de la prosperidad. Este es el sentido literal de la frase enriquecidos con toda liberalidad. El saldo de la diferencia entre nuestras necesidades y nuestra prosperidad debe darse para la obra del evangelio.

Dios bendice a algunas personas para que puedan ser generosos, no para que se pongan a exhibir su prosperidad o a juzgar a otros cristianos pobres en cuanto a su falta de fe o a su espiritualidad.

He aquí la matemática del principio dado por Pablo: El ingreso próspero menos las necesidades presentes es igual lo que uno le da a Dios. El resultado se debe entregar a Dios y a su obra. El propósito de la prosperidad NO es una vida llena de lujos, sino el avance del evangelio.

Algunos maestros del movimiento reconocen esta interpretación, pero todavía sostienen la premisa básica de que la prosperidad es proporcional a nuestra justicia personal.

Bellas excepciones

La suficiencia es la voluntad de Dios para la mayoría de  los cristianos. Aunque puede ocurrir una prueba ocasional, los creyentes experimentarán patrones coherentes de bendición económica, mientras van aprendiendo a ser obedientes al Señor en cuanto a DAR. Aunque aceptamos que esto es cierto en sentido general, Dios tiene algunas excepciones honrosas.

Algunos son llamados por Dios para que vivan en un nivel espiritual más elevado que la prosperidad. Hay algunos patrones en la Escritura en cuanto a las relaciones divinas con diferentes prioridades. Dios llama a algunos a que dejen unas bendiciones a favor de otros. No que sean ellos menos dignos, sino más dignos.

Excepción # 1: Cierto tipo de misioneros

Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros! Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros...

Los corintios tenían un problema: su orgullo espiritual. Dios los había bendecido materialmente, porque Pablo menciona que son ricos (1 Corintios 4:8). Habían evidentemente llegado a cierto nivel de comprensión de los principios gubernamentales del reino de Dios porque Pablo dice "reináis"... Y vemos cómo se burla el apóstol del orgullo espiritual de ellos, que había surgido después de haberse hecho ricos.

Podemos imaginarnos a los corintios diciendo: “¡Cielos! Hemos llegado verdaderamente a las fuentes de la fe, del poder y de la prosperidad. Hemos llegado a comprender los principios que gobiernan el reino de Dios. Hemos empezado a reinar realmente en vida con Cristo, con sabiduría y honor. Y no solo eso, sino que entramos a un nivel de vida que ni siquiera Pablo comprende. Después de todo, él es pobre. Si tuviera fe también sería rico, como nosotros. Tenemos que orar por Pablo para que Dios le dé la fe que necesita.”

Así que Pablo tuvo que quitar el velo que cubría los ojos de los corintios para que pudieran ver que habían caído en el pecado de orgullo espiritual. Pablo tuvo que explicarles que su llamado al apostolado era algo que sobrepasaba cualquier cosa que ellos conocieran. Observen cómo pone al descubierto el apóstol ese orgullo.

Nosotros somos insensatos por amor a Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes, vosotros honorables, mas nosotros despreciados (1 Corintios 4:10).

Algunas personas son llamadas a una vida de sufrimiento intercesor para bien del cuerpo de Cristo. Pablo menciona esto en Colosenses 1:24: "y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia."
Este sufrimiento intercesor no es expiatorio, porque este aspecto fue totalmente cumplido en la cruz. Pero hay una vida intercesora de sufrimiento para bien del cuerpo de Cristo. Se menciona en el contexto cómo la vivió el gran apóstol: Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija (1 Corintios 4:11). Un ministerio intercesor de este tipo requería no solo oraciones, sino cierta vida que lo llevara. Él vivió en un nivel mucho más profundo que la mayoría de los ministros experimentan.

Los corintios, inmaduros espiritualmente, no podían haber sido llamados por Dios para nada más allá que la mera prosperidad.

Excepción # 2: Persecución

En Hebreos 11, así como en otros lugares de la Biblia y de la Historia de la Iglesia, podemos observar que muchos cristianos se han visto forzados a sufrir escasez, dentro de la soberana voluntad de Dios, como resultado directo de su posición firme en la verdad. Esto se evidencia en naciones detrás de la Cortina de Hierro. En Hebreos 11:37 leemos:

Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada, anduvieron de aquí para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno…

Dios tiene una perspectiva diferente a la nuestra acerca de la persecución. Somos como los que observan un tapiz por el lado contrario, que cuando vemos una hebra que parece totalmente fuera de lugar deseamos arrancarla; pero vista del lado correcto, vemos que la misma hebra no solo está bien colocada sino que en realidad es ¡el tema principal de la obra!

Dios desea que sus hijos compartan Su gloria, pero ciertos aspectos de esta no pueden existir sin oposición. No hay héroes sin aventura; ni medallas olímpicas sin competencia, ni coronas sin cruces.

Una gloria obtenida fácilmente no es tal cosa. La gloria del luchador no está solo en su fuerza, sino en la de sus oponentes. El hecho de que en la lucha del cristiano, las armas usadas sean débiles, solo aumenta su gloria. David derrota a la espada, la lanza y la armadura del gigante con una piedra de honda. Jesús conquista a la muerte sometiéndose a ella. Los cristianos derrotan a la mano hostil dando la otra mejilla.

La persecución es, entonces, tanto el sello de la salvación del creyente como la perdición del incrédulo. Por eso es que Dios puede verla como una necesidad en ciertos casos. A veces las privaciones pueden ser resultado de presiones mundanas, y no solo una muestra de que la gente no sabe manejar las finanzas.

Excepción # 3: Crecimiento espiritual

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia, como para tener necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:11-13).

Pablo se enfrentó con un dilema encantador que todo misionero encuentra al agradecer a sus auspiciantes. Él quiere que ellos entiendan su gratitud hacia la generosidad que le muestran, pero clarifica que no depende de ellos. Ve al Señor como su sustentador a pesar de que estaba en tiempo de necesidad.

Pablo confiesa haber sufrido a veces de escasez, lo cual lo hizo humilde. ¿Quién se pararía frente a él a acusarlo de falta de fe?

Un maestro de la "Palabra" de fe escribe que el término "contentarme" significa en realidad "suficiencia" y que es el mismo vocablo utilizado en 2 Corintios 9:8. Indica que Pablo realmente quiso expresar que no solo vivía en riqueza, sino que predicaba y enseñaba acerca de la prosperidad como parte de la expiación. 

Las palabras "contentarme" (Filipenses 4:11) y "suficiencia" (2 Corintios 9:8) son básicamente las mismas en griego: autarkes y autarkeia son "suficiente" y "suficiencia,” respectivamente. En esto, el dicho maestro está en lo correcto. Pero cae en error al no observar que  la forma verbal de la cual ambas palabras se derivan, se encuentra también en 1 Timoteo 6:8: "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” Aquí no hay lugar para la doctrina de la prosperidad.

Autarkeia es una palabra con dos significados, dependiendo de los límites del contexto. Puede significar "suficiencia" o "contentamiento.” En 2 Corintios 9:8 significa lo primero, por fuerza del contexto. Pero no significa esto mismo en Filipenses 4, porque allí el contexto es diferente. Los maestros de la prosperidad ignoran estas palabras, "humilde" y "hambriento" o "padeciendo necesidad," del versículo 12. La Escritura no se puede forzar de esta manera para adaptarse a una doctrina.

¿Desea Dios que vivamos todos en la pobreza? ¿Es santa la pobreza? Ciertamente que no, pues asumir que la voluntad de Dios es que todos seamos pobres, es igualmente erróneo que asumir que la prosperidad es para todos. Ambas presunciones se basan en suposiciones que no hallan fundamento en la Escritura.

La doctrina de la pobreza no es necesariamente opuesta a la doctrina de la prosperidad. Hay una tercera opción, la cual es bíblica y es el CONTENTAMIENTO.

En la Primera Carta a Timoteo (6:5-8) leemos: "disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia, apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”

Pablo está preocupado principalmente por los judaizantes de su propio tiempo, pues ellos eran sus perseguidores y quienes le causaban continuamente problemas al evangelio.

Los judaizantes mantenían la misma premisa del mensaje de la prosperidad actual. Pablo revela su causa en el versículo 4, que es el orgullo espiritual. Ese problema es tanto la raíz como el fruto del árbol.

Pero, ¿qué significa el contentamiento? En la voz media del griego (como se ve en los versículos anteriores), significa "estar satisfecho.” Un cristiano debe tener suficiente gracia de Dios y poder espiritual para llegar a un punto de su fe en el que descanse en Cristo y sus circunstancias exteriores parezcan irrelevantes ante su relación con Dios.

Esto último no debe entenderse como resignación a la pobreza o a la opresión; tampoco como un fatalismo o estado trascendental de la mente. Es una forma de descanso en la fe, en la cual las circunstancias externas no son vistas como el reflejo de una condición espiritual. Es decir, todo lo opuesto a las premisas de los mensajeros de la fe.

Un creyente equilibrado no ve a la prisión a causa del evangelio como un juicio divino, o un revés financiero como una falta de fe. Tampoco mide su espiritualidad y la compara con su cuenta bancaria. El verdadero creyente madura en Cristo lo suficiente como para dejar de medir su realidad espiritual de tales maneras y, por lo tanto, está contento en cualquier condición en la que Dios le coloque, siempre y cuando sepa que viene de Él. Su barómetro espiritual es interno, no externo.

En ninguna de las cuarenta publicaciones que he examinado hasta aquí, he podido encontrar ninguna referencia a 1 Timoteo 6:5-6. Ninguno de los líderes del movimiento ni siquiera intenta explicarla en sus términos. Simple y llanamente evitan mencionarla o citarla.

Dios nos promete suficiencia, para que podamos tener un sentido total de seguridad en Él en cuanto a nuestras necesidades materiales. Junto con esto también ha provisto de suficientes excepciones a la regla, para que no seamos nunca tentados a juzgar a nuestro hermano porque tenga menos. A los ojos de Dios, tal vez este hermano tenga realmente más.

En este capítulo aprendimos que...

Es la voluntad ordinaria de Dios que los cristianos tengan lo suficiente para cubrir sus necesidades, con algo restante para bendecir a otros.

La ley de la siembra y la cosecha es válida, cuando se aplica a las cosas  de Dios y con enseñanzas correctas.

Dios puede prosperar a algunos creyentes con el fin de que haya recursos para el avance del evangelio, no necesariamente para elevar su nivel de vida.

Existen excepciones para todos los puntos ya mencionados.
-Ciertos misioneros llamados a circunstancias extraordinarias.
-Persecuciones
-Crecimiento espiritual

CAPÍTULO 10
La herejía de que Jesús murió espiritualmente

Una base primordial del Movimiento Palabra de fe consiste en una enseñanza muy extraña acerca del sacrificio de Cristo. Dicho punto de vista fue sistematizado por primera vez por E.W. Kenyon en su obra Lo que sucedió entre la cruz y el trono. Kenyon no inventó esta doctrina ya que existía desde la Edad Media. Eso sí, fue el primero en sistematizarla en el siglo XX.

Teológicamente, a esta postura se la conoce como la herejía JME (Jesús murió espiritualmente) y constituye la fuente de una sorprendente cadena de errores, explicados a continuación:

El sacrificio del cuerpo y la sangre de Cristo en la cruz no expiaron el pecado; la muerte física de Cristo en la cruz ocurrió solamente para permitir que Él muriera en Su Espíritu. Él se hizo, literalmente, pecado en la cruz y puso sobre sí una naturaleza satánica, siendo entregado así a Satanás. En consecuencia, Cristo perdió su Deidad y fue al infierno como un hombre condenado.

Fue allí, no en la cruz, que cumplió sus sufrimientos por los pecados. Al cabo de tres días, el Espíritu Santo descendió al infierno y permitió que Jesús naciera de nuevo, restaurándose entonces su Deidad. Durante su estancia en el infierno, libró una batalla, luego de la cual Cristo tomó las llaves del infierno y la muerte, las arrebató del poder de Satán. Finalmente fue resucitado de los muertos y ocupó su lugar a la diestra del Padre.

Por horrorosa que parezca esta enseñanza, aunque no lo crea, es aun peor. Debido a que Jesús tuvo que nacer de nuevo como cualquier otro pecador, con lo cual se le restauró su Deidad, el nuevo nacimiento de los creyentes también nos otorga deidad a nosotros. Nos volvemos dioses en nuestro espíritu. Nuestros espíritus recreados son hechos a la imagen de Dios y son incapaces de pecar. Los cristianos pecan en la carne, pero no con su espíritu.

Nosotros como dioses tenemos poder creador y, tal como Dios a través de su Palabra creó los mundos, en condición de dioses con espíritu perfecto tenemos igual poder con nuestras lenguas. Por medio de la confesión positiva, podemos proferir palabras creadoras como dioses y crear milagros de sanidad y prosperidad.

Las anteriores doctrinas blasfemas se encuentran en las enseñanzas citadas de Copeland. También declara Hagin: “La muerte física de Jesús en la cruz no fue suficiente para salvarnos.”  Le escuché a Hagin predicarlas en la radio en diciembre de 1984. Todos los maestros de la Palabra de fe sostienen la herejía JME, puesto que es la piedra angular de su teología.

El término “blasfemia” no es demasiado fuerte para calificar esas doctrinas. Tales enseñanzas equivalen a un ataque al valor de la cruz y de la sangre allí derramada. Si la cruz no fue un sacrificio suficiente, entonces la sangre derramada tampoco lo sería. Jesús no derramó su sangre en el Hades.

De acuerdo con la Biblia, ¿la expiación fue corporal o espiritual?

... haciendo la paz mediante la sangre que derramo en la cruz... los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte... (Colosenses 1:20-23)

En él tenemos la redención mediante su sangre... (Efesios 1:7)

Y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7)

... somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo ofrecido una vez y para siempre (Hebreos 10:10)

En el último capítulo de este libro, el lector hallará una lista de treinta versículos del Nuevo Testamento con los cuales se demuestra que el sacrificio de Cristo en la cruz fue con su cuerpo y su sangre (v.g. solo corporal). Jesús no murió en Su Espíritu.

De resultar insuficientes dichas referencias, escuchemos a Jesús directamente declarando cuándo se consumó la expiación de los pecados.

Al probar Jesús el vinagre, dijo: Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu (Juan 19:30).

Pero ¿qué significa esto de que todo se ha cumplido? En el griego original, se usa el término tetelestai, el cual deriva del verbo común “terminar” (teleo) y se utilizaba para firmar recibos. Su significado es cancelado, i.e., pago por total.

¡Gloria a Dios! Todo lo que se requería para nuestra salvación se cumplió en ese instante... antes de que Jesús fuera a los infiernos, a donde descendió no como hombre condenado sino como Señor conquistador.

Y ¿qué es lo que manifiestan los maestros de la Palabra de fe acerca de este versículo? Copeland responde: “Cuando [Jesús] dijo todo se ha cumplido, en esa cruz, no estaba hablando del plan de redención. Este plan acababa de empezar, pues faltaba que transcurrieran tres días con sus  noches...” 

¿Qué piensa Copeland que dijo Jesús al pronunciar estas palabras, si no se refería a la redención? Pues los problemas aumentan para la interpretación de Copeland:

Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu (Lucas 23:46).

¿Acaso suena esto como que Jesús iba a ser entregado a Satanás?

Y Jesús le dijo [al ladrón crucificado]: Ciertamente te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.

¿Suena esto otro como que Jesús se iba a sufrir en el infierno cual hombre condenado?

¿En qué textos se basan los defensores de la doctrina JME?

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu... (1 Pedro 3:18).

Los maestros de JME señalan que este texto significa que fue revivido en el Espíritu. Entonces habría tenido que estar muerto en el espíritu para poder ser revivido en él.

Pero hay problemas reales con esta interpretación, pues en el griego original hay dos pequeñas palabras intraducibles: men... de. En una cláusula, ellas connotan “por un lado” y “por otro lado.” De allí que, las palabras finales del versículo realmente significan algo como: “por un lado estuvo muerto en la carne, pero por el otro estaba vivo en el espíritu.” No solo que está totalmente lejos de ser una prueba a favor de la doctrina de JME, sino que es una fuerte evidencia en su contra.

El siguiente versículo confirma esta interpretación: Por medio del Espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados. ¿Acaso pensaremos que los espíritus en el infierno predican? En su contexto el versículo significa que Jesús estuvo muerto físicamente, pero vivo en Su Espíritu, lo cual le permitió descender a los mundos subterráneos y predicar allí.

Los defensores de JME también enfrentan un obstáculo con la frase una sola vez, del versículo 18, porque enseñan que Jesús murió dos veces: una muerte física y una espiritual. Pero se cavan su propia fosa al citar de este versículo ya que dice claramente que padeció una sola vez.

También se confunden con la palabra “justificar.”

Él se manifestó como hombre y fue vindicado por el Espíritu (1 Timoteo 3:16).

En la traducción inglesa, de la que dependen estos maestros, se usa la palabra “justificado,” en vez de “vindicado.” Se arriman a una definición errada de esta palabra.

La JME enseña que habiendo sido Cristo justificado en el Espíritu, debió haber existido un tiempo en que Él habría sido injustificado legalmente, por tanto, murió en el Espíritu.

Nuevamente, la ignorancia de la lengua original es la base de esta falsa interpretación. El término justificar no significa, como la creencia popular supone, el ser hecho justos, sino ser declarado justos, o ser vindicados. La cláusula significa que el Espíritu de Dios declaró que Jesús es justo. Este es el testimonio del Padre respecto al Hijo en todo el Nuevo Testamento. El versículo entero es un resumen de la vida de Cristo y sigue el patrón de Su venida: “Se manifestó en la carne,” es la Encarnación. Justificado en el Espíritu, es la resurrección. Recibido en la gloria, es la ascensión.

Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz (Colosenses 2:15).

Supuestamente este versículo comprueba que había una gran batalla en el infierno entre Jesús y Satanás.

Los maestros de JME deben estar desesperados para tener que recurrir a este versículo como evidencia, pues tan solo un atisbo al contexto derriba esa interpretación. Nótese el versículo anterior: anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz (Colosenses 2:14).   Queda demostrado que fue allí en la cruz, no en el infierno, que triunfó sobre principados y potestades. Nuevamente el texto acaba con la herejía JME.

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte (Isaías 53:9).

Los defensores de JME citan este versículo porque insisten que la palabra muerte estaría en plural en el hebreo, lo cual probaría (según ellos) que Jesús murió dos veces... una muerte física y otra espiritual.

Todo estudiante principiante del idioma hebreo sabe que el sustantivo plural se usa a veces para recalcar su importancia. Entonces, aunque se aceptara que el sustantivo muerte esté aquí en plural, eso no puede ser la prueba de una doble muerte de Jesús. Simple y llanamente, significa que Isaías recalca la extremada importancia de Su muerte.

Sin embargo, es muy lejano a la verdad que este sustantivo esté en plural en el hebreo. Es el artículo que acompaña al sustantivo el que aparece en plural. Judith Matta lo explica de la siguiente manera en su obra Jesús nacido de nuevo:

“Es verdad que el artículo está en plural en algunos manuscritos, pero el sustantivo muerte no está en el texto hebreo. También es verdad que los manuscritos más antiguos no contienen el artículo Su en plural. Esto ha hecho asumir a los estudiosos que el artículo plural es meramente un error del copista, debido a que no acompaña a un sustantivo plural, como debería ser. Las presunciones de Kenyon en su artículo sobre un Jesús nacido de nuevo, se equilibran igual que lo haría un elefante, sobre una cabeza de alfiler; tanto él como sus defensores basan su postura en unos pocos manuscritos con un error del copista que no se encuentra en otros. Ningún traductor ha usado la palabra muertes en este versículo.” 

La Biblia indica:

Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción (Hechos 2:27).

La palabra griega Hades se refiere aquí al infierno. Como lo revela la narración de Lucas 16, sobre el hombre rico y Lázaro, el Hades se compone de dos partes: el lugar de tormento para los condenados y el seno de Abraham, o el paraíso, para los salvos. Estos dos sitios están cerca, tanto es así que el hombre rico podía ver a Lázaro en el otro lado. Jesús descendió al Hades, pero en ninguna parte de la Escritura se nos enseña que haya ido al lugar de los tormentos. Existe evidencia, sin duda, de que fue al paraíso; en Lucas 23:43 dice: Hoy estarás conmigo en el paraíso.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46)

Esta sería la prueba, según JME, de que Jesús estuvo totalmente separado del Padre en la cruz y que, por lo tanto, murió espiritualmente. De otra manera, ¿cómo hubiera podido interrumpirse la comunión entre el Padre y el Hijo?

La clave que devela lo dicho por Cristo en la cruz yace en la primera frase que pronunció: Dios mío. Notemos que no dijo: Padre mío, sino Dios mío. ¿Por qué se refirió al Padre como mi Dios, si Él mismo era Dios? La respuesta se basa en la comprensión de que fue también totalmente un ser humano.

En algunas ocasiones Jesús habla como Dios a los hombres, en otras habla como hombre a Dios, esto último sucede en la cruz y nos recuerda el pasaje de Juan 20:17 cuando, después de su resurrección, habló a María Magdalena de la siguiente manera: “Ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.”

Se identificó así como bajo las dos relaciones porque la resurrección ya se había cumplido.

Como hombre perfecto, estaba realizando el sacrificio perfecto para nosotros. Obviamente se rompió su comunión humana, pero no existe ni la mínima insinuación de que su Deidad o Espíritu se hubiera afectado. Más bien, varios textos indican lo contrario:

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34). Jamás serían esas palabras de naturaleza satánica. Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu, en Lucas 23:46, ¿Suenan acaso como las de un espíritu sin comunión con el Padre? ¿En manos de quién encomendaba Su Espíritu el Señor? ¿En manos de Dios Padre o de Satanás?

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21).

Los maestros de JME apoyan todo su peso en este versículo y lo consideran prueba suficiente de que Jesús literalmente se transformó en pecador en la cruz y de que sufrió muerte espiritual.

La clave para comprender este versículo se encuentra en la palabra hamartia, “pecado,” en la primera cláusula. Ser hecho pecado es una frase idiomática del hebreo, transferida al griego y que significa “ofrenda por pecado.”

La misma es usada de idéntica manera en Hebreos 10:6-8: holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones no quisiste. La frase, expiaciones por el pecado traduce la palabra hamartia.

Por lo tanto, el significado de hamartia en 2 Corintios 5:21 es sacrificio por pecado u ofrenda para expiación, mas NO pecado en sí.

La palabra hebrea para ofrenda por pecado, chattah, es traducida en la Septuaginta  (Antiguo Testamento griego) como hamartia, unas 94 veces en la ley mosaica, donde el significado es de ofrenda por pecado.

La ley levítica denomina cosa muy santa tanto a la ofrenda por el pecado como a la ofrenda por la culpa: Asimismo es la ley del sacrificio por la culpa; es cosa muy santa (Levítico 7:1); será comida en lugar santo, es cosa muy santa, como el sacrificio por el pecado, así es el sacrificio por la culpa; una misma ley tendrán (Levítico 6:6-7).

Nuestro Señor Jesucristo, que es el cumplimiento de estos prototipos, fue Santo en su nacimiento, Santo en su vida, Santo en la cruz, Santo en su muerte, Santo en el Hades, Santo en la resurrección, y sigue siéndolo delante de todos los ángeles que ante su trono le proclaman ¡Santo, santo, santo, Señor Dios todopoderoso!

Batalla en el infierno

El aspecto de la batalla en el infierno también presenta un agujero en su interpretación, pues no existe una sola porción de la Escritura que indique que Satán haya estado nunca en el infierno, ni que tenga dominio sobre este, ni que siquiera desee ir allí.

La Biblia enseña que Satanás es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2), que va y vuelve  de la tierra (Job 1:7) y que fue desarmado en la cruz (Colosenses 2:14-15). Las historias de Satán versus Jesús en el infierno tienen sus orígenes en la mitología medieval, como por ejemplo el Infierno de Dante, y ahora perviven en la imaginación de los maestros de la Palabra de fe.

Así queda aclarado que los defensores de JME no tienen ningún soporte para su doctrina. ¿No se les ha dicho esto alguna vez? ¿Abandonarían ellos su posición confrontados por los hechos? Lo dudo, porque JME es la base y cimiento de la herejía de la nueva creación.

Herejía de la nueva creación

La historia de la batalla en el infierno continúa en que cuando Jesús nació de nuevo en el infierno, pudo recuperar su Deidad. Cuando nacemos de nuevo, también recuperaríamos nuestra deidad, la cual fuera perdida por Adán en el jardín del Edén, volviéndonos entonces dioses menores.

Copeland lo expone de la siguiente manera: Cuando Dios creó al hombre, le dio una voluntad con poder, la cual es realmente una voluntad divina, de un dios, debido a que el hombre tiene el poder de escoger su destino eterno. Solo un dios tiene ese tipo de opción.

Copeland no inició esta enseñanza. Su verdadero iniciador en el siglo XX fue Kenyon, que la formuló en sus obras El pacto de sangre y Verdades de la nueva creación. Kenyon insiste en que el creyente, tal cual un dios, podría caminar como Jesús, sin ninguna conciencia de inferioridad delante de Dios o Satanás...  lo cual sería posible solo si fuésemos dioses.

Earl Paulk, en un programa televisado en California, lo pone aun más claro: Hasta que comprendamos que somos dioses menores y comencemos a actuar como tales, no podemos manifestar el reino de Dios. 

Como Dios creó en el principio todo a través de su palabra, nuestros espíritus divinos tendrían poder creativo similar. Cuando hablamos con palabras (ej. confesión positiva) estas también son creadoras y nos pueden traer salud y bienestar (así sostienen los defensores de la Palabra de fe).

Supuestamente, esta influencia de nuestras palabras habladas con el poder de nuestros espíritus divino-humanos, es tan poderosa que incluso el Señor Jesucristo es controlado por ellas.

El Dr. Paul Cho, pastor de la Iglesia más grande del mundo, en Seúl, Corea del Sur, declara que uno puede crear la presencia de Jesús con su boca. Si uno habla de salvación, el Salvador Jesús aparece. Si se habla de sanidad divina, aparece el Jesús sanador. Cristo está atado a los labios y palabras de quienes las pronuncian. 

¿De veras? ¡Así podría tener al Señor Jesucristo como mi propio esclavo! ¡Él es mi siervo, atendiéndome a mí, no vice versa! Perdonen mi sarcasmo, pero tales enseñanzas blasfemas me causan enojo.

Incluso más allá, los líderes de la Palabra de fe añaden que nuestros espíritus humanos son recreados  a la imagen de Dios, es decir perfectos. No podemos pecar en nuestro espíritu, solo en la carne.

Existe una gran diferencia entre “imagen” y “duplicado.” El espejo refleja mi imagen, pero no es un duplicado de mi persona. Es de vidrio, no de carne. Por más claro que sea el espejo, el reflejo representa solo una pequeña parte de lo que yo soy.

Igual sucede con la imagen de Dios. La palabra  “imagen” no implica comunicación de sustancia divina o atributos divinos. Nosotros reflejamos ciertas características comunes con Dios, como el sentido moral y la voluntad, pero nada más.

Nuestros espíritus tienen atributos divinos, dicen, y conocen cosas que nosotros no conocemos. En su serie de grabaciones acerca de los dones espirituales, Hagin enseña que siempre debemos prestar atención a nuestros espíritus y, si lo hacemos, nunca nos equivocaremos.

Vayamos de regreso al jardín del Edén y veamos dónde se encuentra la verdad:

¿Acaso encontramos en alguna parte de la Escritura que Adán hubiera tenido algún tipo de deidad? ¿Cómo podría algo ser restaurado si jamás existió? Si Adán la hubiera tenido, ¿por qué entonces Satanás se habría dado la molestia de ofrecer que los haría como dioses? Eva le habría replicado: Lo lamento, perdiste la venta hoy, ya tenemos eso.

Y la serpiente le dijo a la mujer: Vosotros no moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal (Génesis 3:4-5).

Existe en la Biblia una promesa de que podemos volvernos como dioses. Pero hay que observar quién la hizo. ¡SATANÁS! Y aun ahora continúa haciendo esta misma promesa vana. ¿Qué dice Dios al respecto?

Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí (Isaías 45:5).

¿Qué dice la Biblia acerca de la condición del espíritu del cristiano?

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (2 Corintios 7:1).

¡Qué maravilla que un solo versículo de la Palabra de Dios pueda derribar toda una montaña de errores! Pablo comprendió que existe pecado del espíritu como pecado de la carne. Un creyente puede pecar en cualquiera de los dos niveles, pues existe pecado espiritual y pecado carnal. Uno de los pecados espirituales más usuales es el orgullo espiritual, valga la redundancia. Irónicamente, ¡este pecado es muy común entre los adherentes del Movimiento Palabra de fe!

¿Podemos buscar guía espiritual dentro de nuestro propio espíritu? Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos (Jeremías 10:23).

En ningún lugar de la Escritura se nos indica que busquemos guía espiritual dentro de nosotros mismos. Debemos siempre buscar nuestra guía en el Espíritu de Dios. La carga de demostrar lo contrario queda sobre los hombros de los adherentes a la herejía que aquí se estudia.

Pero, ¿qué evidencia presenta este movimiento herético para probar que los cristianos son dioses?

Uno de sus textos favoritos es Juan 10:34-36:

Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije Hijo de Dios soy?

Los defensores de JME consideran este texto como la evidencia suficiente de sus puntos de vista. ¿Qué podría ser más claro que el simple enunciado de: sois dioses?

Retornemos al Salmo 82, del cual Jesús estaba citando y busquemos allí una aclaración. Los versículos 1 y 2 dicen: Dios está en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga. ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis las personas de los impíos? ¿A qué “dioses” se refiere el salmista? A los jueces que habían sido nombrados para juzgar a Israel de acuerdo con la ley. El contexto en su totalidad confirma esto.

La palabra para “dioses” en hebreo es ELOHIM, la cual normalmente se usa para nombrar a Dios. Descubrimos en la Concordancia Strong que ocasionalmente es aplicada en manera deferente para los magistrados de la ley. El contexto del salmo lo confirma, siendo entonces los dioses aquellos jueces injustos que están enseñoreándose sobre el pueblo de Dios y oprimiéndolo. A pesar de su gran estatus en Israel, como si fueron dioses, ustedes son nada más que hombres, y como tal morirán bajo el juicio divino.

Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros Hijos del Altísimo, pero como hombres moriréis... (vv. 6, 7).

¿De qué manera se relaciona lo anterior con el comentario de Jesús en Juan 10? Él estaba reprendiendo a los fariseos por las críticas injustas e irrazonables que le hacían. Les decía que no eran nada mejor que aquellos jueces injustos del Salmo 82. Si Dios les llamaba dioses, a quienes eran hombres corruptos, ¿cómo era que ellos le llamaban blasfemo a Él, que era el Justo, solo porque había dicho que es el Hijo de Dios?”

En efecto, lo que les decía era algo así como: “Vosotros, hipócritas, más pronto aceptaríais que aquellos jueces injustos fueran dioses, que al que ha demostrado su justicia por medio de los milagros.”

La cláusula sois dioses de ninguna manera puede ser tomada como que significa que los creyentes del Nuevo Testamento sean dioses creadores. Incluso si tal doctrina fuera cierta, no podría ser probada con este texto, porque nada de lo que este dice se refiere a los cristianos.

Solo una cosa podría ser peor que dar culto a un dios falso y esa sería que la persona se imagine a sí misma como un dios. Los maestros de Palabra de fe practican ambas cosas.

En este capítulo aprendimos que...

La doctrina de Palabra de fe respecto al sacrificio de Cristo constituye una herejía.
De acuerdo con sus maestros:
-La muerte de Cristo en la cruz es insuficiente para la expiación de pecado.
-Cristo debió morir espiritualmente y sufrir en el infierno como un pecador perdido, para completar lo que faltó en la cruz.
-Cristo perdió su Deidad en la cruz.
-Cristo tuvo que nacer de nuevo como cualquier pecador y entonces su Deidad le fue restaurada.
-Cristo libró una batalla en el infierno para vencer a Satanás.

Las mencionadas doctrinas de Palabra de fe son blasfemias.

La Biblia enseña que:
-La sangre de Cristo es suficiente para todo pecado.
-El sacrificio de Cristo fue corporal, no espiritual.
-Cristo descendió triunfante a los infiernos, no como un perdido pecador.
-El sacrificio de Cristo es santo en todas sus etapas, tal como las ofrendas por el pecado del Antiguo Testamento.

CAPÍTULO 11
Job y el reino

En un concurso televisado hace algunos años, un grupo de infantes debía —cada uno— colocar diversas piezas de madera en el sitio correcto de un tablero. Uno de los pequeños llegó al último espacio redondo que le sobraba, pero con una pieza cuadrada en su mano. El dilema y la confusión eran aparentes en su rostro al darse cuenta de que había hecho todo mal desde el inicio del problema. Pero en lugar de ceder a lo obvio, hizo lo típicamente humano: tratar de meter la pieza a la fuerza en el espacio y golpearla con su pequeño puño con todas sus fuerzas.


¡Cuán a menudo los cristianos somos tentados a hacer lo mismo con una doctrina! Apenas pensamos tener la respuesta a algo, ¡horror!, y aparece un versículo que contradice toda la fórmula. Entonces, en vez de volver a la premisa básica (la primera pieza), tomamos el versículo, lijamos sus costados y simplemente lo acomodamos a la fuerza. Así armamos nuestro pequeño paquete doctrinal y pensamos que es irrefutable.

El dilema del justo que sufre, retratado en el libro de Job, es la última pieza con la que el Movimiento de la fe tiene que enfrentarse, si desea mantener intacta la universalidad de sus premisas. Así declaran al respecto que las dificultades de Job le cayeron por falta de fe, la cual a su vez fue causada por un problema de temor.Para ello citan Job 3:25: Porque el temor que me espantaba me ha venido. Y me ha acontecido lo que yo temía.

Jerry Savelle explica que Dios le dio riquezas a Job, pero que él mismo las destruyó debido a su temor. Fue su propia lengua la que lo metió en problemas, según dice. Pero, avanzando más en el libro, su confesión positiva le saca adelante. 

Entonces, de acuerdo con este punto de vista, los amigos que le consolaban habrían estado en lo correcto. Job se lo merecía, por haberse él mismo traído desgracia por su pecado de incredulidad y temor.

Pero revisemos el libro de Job y veamos cuál fue la causa de sus problemas.

Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8).

¿A qué temía Job? ¡Le temía a Dios y a su juicio! Y cuando dice en el capítulo 3: "y me ha acontecido lo que yo temía,” expresa —en el lenguaje poético del libro—, su pensamiento de que lo sucedido provino de Dios mismo.

Dios, en Job 2:3, indica que lo ocurrido no tenía causa en Job: ¿...para que lo arruinara sin causa?

La historia completa del desafío de Satanás y las simples respuestas de Dios acerca del carácter impecable de Job eliminan toda posibilidad de que sus problemas le vinieron por causa suya. La posición del Movimiento Palabra de fe acerca de este libro podría ser válida si se leyera que Dios hubiera dicho algo así: “Está bien, Satanás, tienes aquí un punto a favor. Job tiene un pequeño problema de temor, entonces tienes derecho de atacarlo.” Pero claro que algo así no se lee, más bien Dios dice: ¿…y que todavía retiene su integridad, aun cuando tu me incitaste contra el para que lo arruinara sin causa? (Job 2:3).

¿Por qué habría llamado perfecto Dios a Job, si tenía un problema de miedo e incredulidad? El temor a Jehová jamás constituye falta. Dios deja perfectamente en claro que los desastres sufridos por Job no provenían de sí mismo.

Otro uso muy peculiar del libro de Job se halla en el capitulo 36, versículo 11: Si oyeren, y le sirvieren, acabaran sus días en bienestar y sus años en dicha.

Nuevamente, Savelle exclama que si obedecemos y servimos a Dios, podremos pasar nuestra vida terrenal con prosperidad y placer. 

Savelle ignora que Dios no está diciendo nada de esto en el versículo 11. Es Eliú quien, en medio de su argumento erróneo, insiste en que los problemas de Job han sido causados por alguna perversidad secreta suya. En el versículo 17 del mismo capitulo, él dice: Mas tú has llenado el juicio del impío, en vez de sustentar el juicio y la justicia. O en otras palabras:"¡Mereces tu castigo, Job!”

¿Acaso el Señor confirma la premisa básica de Eliú? NO.  Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros: porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job (42:7). Luego Dios añade que Job debería orar por ellos: “...a él atenderé para no trataros afrentosamente" (v. 8).

Dios mismo afirma que las declaraciones de los consoladores de Job son completos desatinos. Parece como que si Dios le hubiera hecho regresar a Eliú a la pizarra para reexaminar su premisa de que no es posible que un hombre justo sufra enfermedad y pobreza. Es así como se concluye que las argumentaciones de Eliú en Job 36 son realmente ejemplos inspirados por Dios acerca de la locura humana, y no una declaración de la voluntad de Dios para los creyentes.

Toda la Biblia es palabra inspirada por Dios, pero no todo es una cita de Dios mismo. En ocasiones la Escritura registra las tonterías que la gente dijo o hizo, para que nosotros no caigamos en igual falta.

En el pensamiento del Movimiento de la prosperidad, no hay lugar para el sufrimiento de los creyentes obedientes. Se señala que ciertos textos bíblicos indican que el reino de Dios ya ha venido a la tierra en forma del Primer Adviento de Cristo. Versículos tales como Lucas 17:21 (porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros) y Mateo 4:17 (el reino de Dios se ha acercado) son su base.

El razonamiento es el siguiente: Ya que Dios ha establecido su reino en la tierra con Jesús y sus seguidores, podemos acceder a todas las bendiciones del reino aquí y ahora, en la época actual. Al no existir enfermedad ni escasez en el cielo, tampoco debe haberlas entre nosotros. El reino es un asunto en tiempo presente.

Parece que existe un mal colocado énfasis en este punto. El reino no se ha establecido en su totalidad. Muchos versículos del Nuevo Testamento indican que el reino también es en el futuro.

El Señor Jesucristo que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino (2 Timoteo 4:1)… me preservará para su reino celestial (2 Timoteo 4:18)… es necesario que a través de muchas tribulaciones, entremos en el reino de Dios (Hechos 14:22).

Además, Pablo nos dice que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios (1 Corintios 15:50).

Por todo el Nuevo Testamento hay un tono futurista en cuanto al reino. Los maestros de la Palabra se adelantan a los límites del desarrollo corriente del reino y quieren que se manifieste todo en el presente. Naturalmente que Dios no desea la pobreza, la enfermedad, el dolor ni la tristeza en la tierra. Pero la voluntad de Dios está en proceso de desarrollo y aún no ha llegado a su cumplimiento en la tierra.

Hasta los santos más piadosos experimentan dolor, tristeza u otros infortunios en su momento actual. Y los experimentan dentro de la voluntad presente de Dios, porque existen todavía dentro de una creación caída.

El hecho de que el reino aún no se cumpla en su totalidad, produce que ciertas áreas de nuestro entendimiento sean nebulosas. Así, cuando se enseña sobre este tema, se lo debe hacer con mucha cordura y moderación.

La Iglesia de Esmirna es otro obstáculo en las suposiciones de la Palabra de fe acerca de los ciudadanos del reino. Yo conozco tus obras, y tu tribulación y tu pobreza (pero tu eres rico), Apocalipsis 2:9. Aquí Jesús otorga su reconocimiento a la Iglesia de Esmirna por sus riquezas espirituales, a pesar de su pobreza. Si la palabra "rico" se estuviera refiriendo a riqueza material, entonces "pobreza,” por contraste, tendría que significar destitución espiritual. Pero Dios no alabaría su pobreza espiritual.

Tampoco no dice que su riqueza espiritual dependa de su pobreza material. Este texto no apoya ni una doctrina de prosperidad ni una de pobreza tampoco. Indica que la bendición espiritual estaba con ellos, a pesar de sus circunstancias económicas.

Los judíos dispersos de Palestina después del Pentecostés tampoco vivían en prosperidad, de acuerdo con Santiago 2:5-6: 

¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?"

La actitud de Santiago se muestra incongruente con la doctrina de la prosperidad del siglo XX.

Por eso nos distanciamos justificadamente del absurdo ascetismo medieval, el cual surgió de una interpretación desequilibrada de dichos textos. Asimismo rechazamos el equivalente desequilibrio que resulta del distorsionado punto de vista acerca del reino de Dios tal como lo presenta el Movimiento Palabra de fe.

En este capítulo aprendimos que...

El Movimiento de la prosperidad sufre dificultades al intentar conciliar el Libro de Job con sus suposiciones.

Lo acomodan, afirmando que Job se provocó a sí mismo sus calamidades por su temor y manifestando su miedo, lo cual constituye una forma de falta de fe.

El Libro de Job revela que la causa de las calamidades fue una guerra espiritual entre Dios y Satanás. Nada en Job era la causa de ellas.

Cualquier intento de culpar al mismo Job de sus problemas cae en la categoría de los “consoladores de Job.”

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